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Nitzavim 5780

September 21, 2020

Rabbi Geier

Español

BS"D || Rabbi Geier


Nitzavim 5780


Atem nitzavim haiom kuljem lifnei Adonai.

Todos ustedes están hoy erguidos frente al Creador. 


Así comienza nuestra parashá. Nos habla a todos, por supuesto. No mientras estamos en nuestro quehacer diario o con nuestras mentes en otra cosa. Estamos erguidos ante la presencia de un Dios que hizo TODO por nosotros. Y no está ocurriendo que alguien nos los está relatando como una historia de nuestros antepasados que lo vivieron. Esto está ocurriendo HOY.


Moshe se había ocupado de juntar al pueblo, desde las cabezas de las tribus y los ancianos hasta el extranjero que está en el campamento y el leñador. Y en ese grupo, estamos cada uno de nosotros. Nos están interpelando no COMO si hubiéramos estado allí, sino que nos incluyeron en ese maravilloso instante y REALMENTE estábamos allí.


Pero por qué? Por qué necesitaba o eligió el Kadosh Baruj Hu que estemos todos y cada uno de nosotros presentes? Cuál era el objetivo de tener a todo el pueblo física y espiritualmente juntos?

Como el primer pacto fue violado a causa del becerro de oro surgió la necesidad de una renovación del pacto. “A fin de confirmarte hoy por el pueblo suyo y para que El sea tu Dios”. Es EL momento de repactar. Pero esta vez, el pacto será perpetuo. El pacto será por los tiempos de los tiempos e incluye a todas las generaciones.

Está diferente al pacto concertado con Abraham. Aquel pacto incluía a toda la descendencia. Era un pacto que firmaba Abraham y confirmaba con el Brit Milá, la circuncisión, y se reafirmaba en cada nuevo judío que nacía y se circuncidaría a los 8 días.


Este nuevo pacto, no anula el anterior. Nos presentifica al momento mismo de la firma y nos convoca a todas las generaciones. Este es  un pacto eterno. Cada uno debe sentir que este pacto rige para él, debemos sentir que nosotros estuvimos en el momento en que se realizó el pacto, sentir que se renueva cada día.


Cada uno tiene que sentir como si el mismo hubiese estado en Har Sinai, en el Monte Sinai, como si cada uno hubiese estado viendo aquellas luminarias y sonidos que llamaron la atención y quedaron en nuestra mente y corazones por miles de años.


Nosotros, el Pueblo de Israel tenemos que cumplir con los mandamientos del Creador, hacer que las mitzvot formen parte de nuestras vidas. Tenemos que caminar por la vida mostrando orgullo de formar parte de este pacto en forma activa. Con todo nuestro ser, con todo nuestro corazón y con todas nuestras fuerzas.


Y esta renovación siempre ocurre JUSTO antes del día del juicio. Vaya presión. Quién se animaría a decir que no? Que no se compromete...? Que le gustaría pensarlo un par de meses más...?

En pocos días más se abre El Día del Juicio.


Es así? Así funciona?


Somos miembros de este pacto por presión? Porque si no lo cumplimos, las desgracias caerán sobre nosotros?


Yo lo veo al revés. Veo un pueblo y a cada uno de nosotros que está en una instancia de reflexión y revisión personal. En esa exhaustiva tarea, nos cabe también la de revisar el “contrato”. Y renovarlo con la conciencia de que no estamos tomando una herencia milenaria, sino firmando nosotros de puño y letra nuestro compromiso con el mismo Dios de Abraham y de Moshé.


No porque nos amenace si no lo hacemos, sino porque en la revisión, queda claro que volvemos a tomar las armas para el tiqun ʿatzmi, el mejoramiento personal, que nos llevará al tiqun ʿolam, el mejoramiento del mundo.


Y si al transcurrir esta misma parashá el año que pasó o el anterior, no le diste el peso que realmente tiene, entonces es este el año de TU recompromiso. De sumarte a la toma de decisión de hacer algo diferente o mejor para ti, para tu Comunidad, para tu pueblo, para tu sociedad, para tu mundo.


Hoy estás parado, erguido delante de Tu Dios. Hoy estás presente desde hace más de dos mil años, preparado para la tarea. Y si tienes alguna duda de cuál es, o por dónde ese camino: “He aquí que pongo delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge pues la vida, para que vivas”.


Nuevamente, no es una amenaza. Tenemos frente a nosotros ambas posibilidades, seguir su camino o abandonarlo, pero sin embargo dice cual es el que nos convendría elegir. La bendición es el cumplimiento de las mitzvot, el sendero de la Tora. La maldición es todo lo opuesto.


Puesto así parece fácil. Quién no elegiría la vida??


Lo difícil está en los grises. Lo difícil lo vamos a encontrar al entender que para mejorar nuestra sociedad, nuestra Comunidad, a veces tenemos que dar diferente de lo que creíamos que estaba bien dar. Que el trabajo de elegir la vida incluye el de la continuidad y que para esa continuidad debemos trabajar nitzavim, erguidos uno al lado del otro, dejando de lado los orgullos y los falsos lugares de privilegio y entender y reentender el mensaje de nuestra Torá.


No disfrazar con interpretaciones erróneas nuestros propios deseos de perpetuar actitudes ajenas a nuestra tradición, ni justificar decisiones injustas haciendo la mirada al costado para no ver. Dios nos da la opción de seguir cualquiera de estos caminos, pero nos recomienda elegir la vida. Cuando optemos por uno de los dos, que sea el de la bendición. Aquella que no bendice a unos pocos. Aquella que es un paraguas que bendice a todos como ese dia del recompromiso de nitzavim, en el cual todos y cada uno que era miembro del pueblo, lo era por su compromiso, y no por el lugar que había conseguido en la sociedad.


Entremos con humildad al nuevo año. Hagamos el ejercicio de someternos en serio a una revisión sincera y profunda. Sopesando todo lo bueno que tenemos, midiendo todo lo que podemos mejorar, y sacando aquello que nos lleva al descompromiso del pacto para con nuestro Dios y nuestro entorno.

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