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Chayei-Sarah 5776

October 26, 2015

Rabbi Geier

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BS"D || Rabbi Geier


Chayei-Sarah 5776


El libro de Melajim, comienza con el relato del Rey David anciano. Una imagen que muestra un rey que ya no puede gobernar ni su propio cuerpo que necesita que le traigan el cuerpo de una joven que le dé calor cuando el propio no logra hacerlo. Mientras tanto, su hijo Adoniá, se vanagloriaba de ser el sucesor en el trono una vez que falleciera David, pero anticipándose a ésta.


En este contexto, Adoniá prepara un gran banquete invitando a todos sus seguidores y dejando expresamente fuera del mismo a su hermano Shlomó y, entre otros, a Natan el profeta; ambos muy cercanos al anciano monarca.


Natán se acerca a la madre de Shlomó, Batsheva (Betsavé) y le hace notar los desplantes de Adoniá, y le recuerda la promesa que le hiciera David, acerca de que sería Shlomó el elegido para heredar el trono. Aún cuando en la línea sucesoria no le correspondiera.


Batsheva finalmente logra torcer el destino recordándole a David su promesa, quien reconoce el derecho de Shlomó de ser Melej Israel, Rey de Israel despues de él.


Hasta aquí, la Haftará. Recordemos que ésta es una porción del libro de Neviim, los profetas que se elige para leer luego de la lectura de la Tora. La temática suele tener relación con la porción semanal de la misma. Solía leerse la sección de Neviim cuando regía la prohibición de estudiar o leer Tora impuesta por algún conquistador.


Una de las posibles relaciones de ésta Haftara con Jaiei-Sará, la parashá de esta semana, podría ser la existencia en el relato de manipulaciones familiares y políticas al mismo tiempo que es la autoridad femenina la que tuerce el destino en el seno de un hogar supuestamente patriarcal, en el caso de Sará, y en el que la mujer carecía de prevalescencia, en el caso de David.


Jaiei Sará, nos retrotrae a las vidas que tuvo Sará, en las cuales bregó por que su descendencia se mantuviera incólumne, frente al peligro que significaba la presencia de Esav y su madre Hagar, quien había dado a luz el primer hijo de Abraham por pedido de Sará, ya que ella misma no habpia podido hacerlo.


Por su lado, si Batsheva no hubiese intervenido para que Shlomó lleguara a sueceder a David en el trono, otra hubiese sido la historia de nuestro pueblo, y otro el linaje real que siguiera al gran Rey David.


En una sociedad supuestamente patriarcal, y en la misma, más adelante, manejada por la espada y el poderío físico, son las mujeres de la familia, quienes deciden imponer su influencia para luchar por lo que les corresponde.


Es bien conocido el midrash qie interpreta el título Jaiei Sara, las vidas de Sara, como las diferentes etapas que componen la vida de una persona. No tiene que ver con cuántas etapas vivimos, sino qué tan conscuentes comos con nuestros valores y nuestros objetivos en cada una de ellas. Cómo al final de nuestros días, como en el caso de Sara, podremos mirar hacia atrás y ver que nuestra trayectoria de vida nos llevo por un buen camino a cumplir con los más altos logros que nos hayamos propuesto hacer.


Cuando hoy volvamos a recitar la Amidá, e incluyamos a las Imaot, nuestras matriarcas, en la primera bendición, podemos hacerlo aún con mayor convicción, en tanto fueron ELLAS torcieron el destino de nuestro pueblo, tanto o más que nuestros patriarcas. Y un lugar especial a la bella Batsheva, gracias a quien Shlomó asumió como rey, y protagonizó uno de los períodos más fructíferos de la historia de Am Israel.


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