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Vayeshev 5777

October 16, 2017

Rabbi Geier

Español

BS"D || Rabbi Geier


Vayeshev 5777


No cabe dudas que la envidia es un sentimiento que genera malestar, en quien lo siente y en quien lo recibe. Que complica las relaciones y ciega las mentes de la gente para dejar aflorar pensamientos egoistas y mezquinos.


Toda la parashá está signada por este sentimiento que incluso a veces media relaciones amorosas o amistades añosas. En el caso del relato bíblico, se entrelaza en los lazos familiares, provocada por Iaacov en su favoritismo a su hijo dilecto Iosef. Y provoca reacciones tan extremas como el querer provocar la muerte de un hermano.


La historia resulta algo más compasiva y es Reuvén, el hermano mayor el que detiene esa muerte, para trocarla en un “castigo ejemplar hacia el hermano envidiado”, como lo es el que lo tiraran a un pozo y dejarlo abandonado. Rashi defiende en parte al primogénito de Iaacov diciendo que realmente estaba en su intención el liberarlo a la noche y dejarlo ir.


Y el relato se termina complejizando más aún cuando los rebeldes y violentos Shimón y Levi, deciden anticiparse y lo sacan del pozo para venderlo como esclavo a una caravana que se dirige hacia Egipto.

Así la historía sigue, y podemos ver más sentimientos guiados por la envidia.


Sin embargo, es interesante como nuestros sabios del Talmud definieron de maneras casi enfrentadas un sentimiento tan cuestionado:


En el Tratado de Baba Batra se nos enseña: “Kinat sofrim tarvé jojmá” (La envidia entre los sabios incrementará la sabiduría). 


De ahí que sería algo así como que la envidia sería la que genera una suerte de competencia en la cual “el sabio” se ve desafiado e incentivado para ser aún más sabio en la voluntad que no sea superado por su par. Y el móvil sería la envidia hacia el saber del otro..


Si leemos en el capítulo cuarto de Pirkei Avot, se nos dice: “Hakina vehataavá vehakavod motziín et haadam min haolam” (La envidia, la codicia y la ambición comprometen la existencia del hombre). Lo cual hace ver a la envidia como un sentimiento que no tiene nada de positivo. Ni siquiera en su consecuencia ni en su origen.


En el mismo compendio, el Talmúd, tenemos una interpretación que nos quiere hacer resaltar lo positivo que podría tener, mientras que otra la denosta, como algo que no es posible darle ningún valor positivo.


Quizás la palabra clave es “sofrim”, los sabios.


En tanto es inevitable manejar los sentimientos, y nos es difícil prescindir de una reacción de ellos a nuestro entorno, lo que debemos hacer es actuar con inteligencia, sabiamente. Ver a la otra persona con los ojos de quien puede evaluar la situación, sin la influencia desnuda del corazón, sino intentando aprender del otro, aprender de la situación que se vive, y elegir el mejor camino para construir y no destruir.


Un camino, nos lleva a mejorar, el otro, como dice literalmente Pirkei Avot, nos saca del mundo. Nos aparta de los nuestros, y nos aisla.

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